Durante la semana pasada, varios
traductores nos dieron charlas (unas mejores que otras) sobre diferentes
aspectos de la traducción en la ONU. Me pareció interesante compartir con
vosotros el flujo de trabajo en la organización.
¿De quién dependen los servicios
de traducción?
La traducción se encuentra en el Department for General Assembly and
Conference Management (DGACM), el mayor
departamento de la Secretaría de la Naciones Unidas. Más en concreto, dentro de
la división de documentación (aquí hay una tablita muy bien explicada). Sería algo
así: Secretaría>DGACM>División de documentación>Servicios de traducción
(Árabe, Chino, Español, Inglés, Francés y Ruso).
¿Cuánto se traduce?
Alrededor de 20 millones de
palabras al año.
¿Cómo son los documentos?
El 70% son documentos cortos, para
los que se tarda menos de un día (se espera que el traductor haga cinco páginas
al día). Si bien es cierto que hay documentos más largos que se dividen entre
varias personas.
¿Cuánta gente trabaja?
Los seis servicios de Nueva York
(uno por cada lengua oficial) tienen cada uno en plantilla entre 45 y 60
traductores. A ellos hay que sumarles temporeros (muchos de ellos traductores
jubilados) y una pequeña parte que se encarga a agencias.
¿Qué recorrido sigue un
documento?
En primer lugar, los gobiernos, comités, grupos de expertos,
etc. redactan un documento (resoluciones, informes, actas, etc.). A
continuación, el texto se envía de forma simultánea a los traductores, los
editores y los referencistas. La función de estos últimos es cada vez menor.
Hay que tener en cuenta que los textos de las Naciones Unidas están llenos de
referencias a documentos antiguos. Dado que la calidad y la coherencia son dos
premisas sumamente importantes en los servicios de traducción de esta
organización, los referencistas son los encargados de buscar en los documentos
las partes que ya se han traducido e indicarle al traductor dónde puede
encontrar la cita. Con todas las bases de datos disponibles, la tarea de buscar
referencias se ha simplificado y son los propios traductores quienes se
encargan de la búsqueda.
El editor se
encarga de revisar el texto y corregirlo. En función de los plazos de cada
documento (algunos son más urgentes que otros, por ejemplo, los del Consejo de
Seguridad siempre tienen preferencia), el traductor tiene que comenzar su tarea
antes de que recibir el texto editado y con referencias (a mí ya me ha pasado).
Además de traducir, hay que informar al revisor de las fuentes que hemos
utilizado mediante los "comprobados".
Una vez hemos recibido el texto editado y con referencias (en
caso de que las haya), incorporamos los cambios y se lo enviamos al revisor.
Los revisores son los traductores con más experiencia, hay dos tipos: reviser y senior
reviser.
El último paso es enviar el texto al pool (la Dependencia de Procesamiento de Textos, Text Processing Unit, o también conocido como el pool), que se encargará
de la última lectura para comprobar que no haya erratas y también del formato
(gran diferencia con el mercado privado, los traductores no tienen que
preocuparse por el formato del texto).
Después de pasar por tantas manos
¿todos los textos son perfectos? Evidentemente no. Es cierto que se está
desarrollando un programa de traducción automática, pero solo está disponible
en árabe y español y todavía se encuentra en fase experimental. Los textos los
tratan personas, y por muy idealizados que estén los traductores de la ONU, son
humanos y comenten errores. Pero sí es cierto que se esmerar por cuidar la
calidad del idioma. Tampoco podemos perder de vista que somos 21 países
hispanoblantes y todos tenemos nuestros localismos. Unificar tal diversidad es
una tarea compleja, pero eso es parte del reto ¿no? J
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